Erika
Rugen los motores tigres;
Uniformes cubiertos de mugre
Y el mediodía a su paso descubre
Los asquerosos restos de otra noche triste
El hedor a podrido se inhala;
Proviene del bajo valle...
Pero antes de que mi estómago estalle
Lo calla ella con su mirada
No parece la diosa orgullosa,
Pues en su postura noble la creo suspirar;
El pendón marrón y rojo de la sangre y el barro
Son palabras de una prosa que no quiso empezar
Ante la lanza atenta
Punzante, hiriente, del indiferente sol
Ella es firme y desafiante; ostenta
La medalla a la cordura sin necesidad de alcohol
Puta la llamaron muchos
Al verla desde lejos cuando los cartuchos estalló:
Yacen ahora entre el fango
Con insultos no dichos, pues sus nichos selló
Ella honra a los caídos
De un bando u otro, los hace enterrar,
Mira a la nada, la misma que los oídos
De los desaparecidos se libraron de escuchar
Y ante la carretera rugen,
Con fuerza que no tiene par,
Los motores de los vencedores.
Voraces urgen conquistar
A todos nos dirige ella;
Nuestra estrella obedecemos
Sin siquiera rechistar
Pero hoy miré sus ojos
Y sembró en mí tantas dudas,
Tantos despojos de tristezas mudas...
Quién pudiera preguntar.
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